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3 septiembre 2012 1 03 /09 /septiembre /2012 18:01

 

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Estuve viendo el filme “La educación prohibida”, pues muchos amigos del Facebook lo posteaban y recomendaban. En realidad, no lo “estuve viendo”: lo vi completo en sus agotadoras dos horas y algo más; lo vi con rabia (es cierto que estoy dejando de fumar y ando con un humor de mierda) y es que el filme no sólo es malo; sino regresivo, contraproducente, atenta contra la claridad de las discusiones en educación y además vuelve borroso el problema de las luchas sociales actuales.

En primer lugar, me parece muy poco decorosa la estructura “viral” del filme, -supongo que algún estudioso de las comunicaciones ya habrá hecho una teoría al respecto y si no puede tomársela prestada de aquí- me refiero al tipo de video que está destinado y construido para tener un efecto en las redes sociales. Es fácil de reconocer. 1 Presenta un problema complejo de manera simple, como si tuviera una única solución o mirada. 2 Compromete afectivamente al televidente o espectador. 3 Solicita al espectador una acción simple que le permita comprometerse con su causa, del tipo “dale compartir”, “me gusta” o “visita nuestra página”. Tratar problemas importantes de este modo es al menos poco decoroso, y lo primero que me molestó del filme fue esta estructura publicitaria que no hace reflexionar, son que es todo lo contrario: una retórica de masas.

En segundo lugar, me resulta impresentable que el filme esté basado en opiniones de “expertos” y no de los implicados, es decir, estudiantes. El filme parte con una representación de unos estudiantes, pero esos no son estudiantes, son actores haciendo de estudiantes. Los estudiantes nunca están implicados, nunca hablan, nunca se les escucha. Es como si quisiéramos discutir sobre las condiciones de los trabajadores mineros y citáramos a sociólogos de la organización mundial del trabajo, ministros de trabajo, diputados de la comisión laboral, economistas y profesores universitarios, pero a ningún minero. Esto es justamente parte fundamental del problema, tratar de construir política de espaldas a la comunidad o a la ciudadanía.

En tercer lugar, todo el problema del filme parece reducirse a lo siguiente: “las escuelas lo hacen mal y no son realmente necesarias, la educación es mucho más que la escuela”. Bueno, es un falso problema e incluso uno peligroso en el actual contexto político. Pues ¿de qué se ha tratado la lucha de los estudiantes desde el 2006, al menos, y que -especialmente los últimos años- ha costado represión, tortura, violaciones a los derechos humanos, paralizaciones prácticamente completas del sistema educativo? Bueno se trata justamente de lo contrario, se trata de afirmar la escuela, de robustecerla. Lo que los estudiantes vienen exigiendo en las calles no es la abolición de la escuela, por el contrario, exigen un tipo de escuela pública, integrada, participativa y de calidad.

El filme insiste, a través de muchos expertos y mezclando cosas razonables con elementos definitivamente descabellados, en que la educación está mal (cosa que muchos opinamos en la actualidad particularmente en Chile). Que además está mal porque las escuelas no sirven, pues las escuelas son un invento del despotismo ilustrado, que a través de la educación pública trató de mantener sometido al pueblo, que las escuelas realmente buenas son las escuelas alternativas y privadas.

Pues no, queridos amigos, la escuela no es eso. La escuela es un espacio de lucha, siempre lo ha sido. Es cierto que muchas veces la escuela ha funcionado como un instrumento político de dominación, pero no hay que pensar que educación pública significa nazismo o estalinismo, eso es lo que piensan los amantes de la educación privada. Otros pensamos que la escuela pública es el instrumento por el que aseguramos el derecho a la educación para todos. ¿Qué pasa si eliminamos la escuela? Como pretenden algunos de estos expertos ¿Cómo aseguramos el derecho a la educación? Ah, pero estos expertos nos dicen que los niños se educan solos que solamente hay que dejarlos ser, que todo viene en ellos, que los adultos, que los profesores, que los programas, que la escuela son puros obstáculos. De acuerdo, los adultos, los profesores a veces somos unos idiotas, además los programas están llenos de problemas y se les puede criticar desde múltiples perspectivas y creo que todos estamos de acuerdo en que la escuela real está lejos de la escuela que querríamos tener. Pero yo pregunto a estos expertos ¿Y si la escuela no existe, cómo aseguramos el derecho a la educación? ¿La madre se queda en casa para educar a sus hijos? ¿Los padres trabajan menos y ellos mismos educan a los hijos?

Bueno, todo esto me recuerda mucho lo que pasó en 1990; pues en esa época comenzó la actual reforma educacional, y comenzó con ideas muy similares a las de este filme. “hay que olvidar lo aprendido, ahora hay que aprender a aprender” “hay que rehacer todos los programas” “centrarse en el aprendizaje y no en la enseñanza” “los objetivos tienen que expresarse en función de lo que los niños aprenden y no de lo que el profesor hace; y otras ideas similares. El gran problema es que todo esto no ha servido mucho. Parece una visión progresista y democratizadora de la educación; pero en realidad es todo lo contrario; pues centra el problema de la educación en adoptar tal o cual teoría del aprendizaje, y hay muchas. De hecho en Chile se hizo, desde 1990 todo se adaptó al nuevo paradigma constructivista y no pasó gran cosa ¿Por qué no?, mi opinión es que  el sistema educacional siguió en manos privadas a través del perverso sistema de subvenciones, el problema del financiamiento individual de la educación superior siguió sin cambios, y la estructura de recompensas financieras, la inserción en el mercado del trabajo, el sistema del endeudamiento, una estructura salarial extremadamente desigual, y un gran etcétera. Bueno, de esto el filme no dice nada, nada de nada.

A la concertación le encantaba escuchar expertos, con expertos hizo su reforma, el gobierno actual  (2012) no escucha a nadie. Pero en educación, hay que dejar de ver estos documentales efectistas, yo prefiero escuchar a los muchachos, sus documentos, sus carteles, sus consignas, eso me parece más democrático. Invito a la misma productora que hizo el filme, a darle un “me gusta” a este post y a compartir esto, y a hacer un filme sobre la experiencia de las asambleas, me encantaría ver un documental sobre las experiencias de autogestión de ciertos colegios tomados, quisiera ver cuando las asambleas votaron por repetir y no deponer la toma, me parece heroico ver repetir a todo un colegio, y que no los consuma la lógica de la competencia con el otro. Me encantaría que los expertos tomaran los documentos hechos por los estudiantes y que los analizaran como expertos y les aportaran ideas. Por el contrario, estoy cansado de escuchar mesas de expertos con sus utopías técnicas que finalmente sólo sirven de telón funcional para no tocar la estructura del sistema educativo.

Yo lo pienso: la escuela pública es un espacio de lucha, ¿acaso los últimos años no muestran eso? Los señores del filme quieren presentar a la escuela pública únicamente como un dispositivo de dominación; pues no, yo también fui a la escuela pública y también he enseñado en ella, es un espacio de lucha, donde de hecho se aprende esta cuestión esencial: que todo el campo social es un espacio de lucha. ¿En ella quieren imponerse muchas voluntades de poder? Es cierto, pero muchas otras resisten y la lucha se hace efectiva. Los señores del filme muestran como el Estado busca imponerse a los sujetos a través de la escuela, como si el Estado fuera algo intrínsecamente perverso; es cierto que el Estado puede encarnar intereses de dominación; pero no es menos cierto que también es un instrumento de lucha. En estos tiempos de despotismo del mercado, renunciar a la escuela pública, desmontarla, creyendo que se hace un  gesto libertario es pura demagogia neoliberal. Me parece un filme muy higiénico, nada de política, sólo buenas intenciones.

Adán Salinas Araya

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